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Es muy común escuchar de un amigo o un conocido que hay que estar presente en internet y que lo último para estar a la moda online es tal o cual… Pero ¿debemos confiar en una acción de marketing en concreto simplemente porque escuchemos que es la mejor o que es donde ahora está todo el mundo dentro?

Como ejemplo, me llegan cada semana clientes frustrados porque se sienten nerviosos al ver que sus perfiles no tienen los resultados que esperaban. Aún así, estos mismos clientes siguen abriendo perfiles en otras Redes Sociales pero, sin mirar siquiera si su cliente tipo se encuentra allí. Esta situación es muy corriente porque hoy en día no se tarda más de 5 minutos en abrir un perfil en cualquier aplicación o red social, solo basta con poner un email, contraseña, subir alguna foto y ¡boom, ya lo tienes!

Seguramente algunos pensaremos, “pero lo importante es estar dentro, más vale eso que nada…”. Opino y aconsejo que no y me gusta explicarlo con una metáfora…

Un día te levantas de la cama mirando de reojo como esa “barriguita” sigue creciendo… Después de algunas indirectas de familiares y amigos decides que va siendo hora de apuntarte al gimnasio porque reconoces que lo estás necesitando. Al cabo de unos días, desaparece el factor de la novedad, te enfrías y dejas de ir.

Si sigues apuntado a un gimnasio pero no vas… ¿eso te convierte en una persona sana? ¿Perderás los kilos que te habías propuesto como meta? Solamente llegarás a cumplir tus objetivos si vas regularmente y ejercitas tu cuerpo. De la misma manera, solamente es aconsejable estar presente en una red social si sabes que tu público objetivo se encuentra allí y dedicas horas de trabajo para conseguir visibilidad y mostrar una marca deseable. De lo contrario, te vas a frustrar, dejarás de entrar en la aplicación y cuando tus “posibles” clientes lleguen hasta tu perfil, seguramente por casualidad, te verán desinflado, sin publicaciones actualizadas, con comentarios sin responder…es decir, en baja forma.

Muchas empresas creen que por abrir una cuenta ganarán clientes rápidamente y cuando se desaniman dejan en stand by el perfil.

Podemos generar el contenido inicial pero lo realmente importante es que haya una gestión continua y que los clientes encuentren una persona detrás de la marca.

Hay que ofrecer constancia y un trato directo. En el momento en que publicamos contenido aburrido, sin imágenes, ni llamadas a la acción, no hay movimiento, ni originalidad, ni creatividad, creamos un callejón sin salida, por lo tanto el usuario da la media vuelta y se va…¡Así de sencillo! En ese instante perdemos nuestra credibilidad como empresa porque les estamos diciendo: “Mírame bien, no puedo ni satisfacer mis necesidades, ¿cómo voy a hacerlo con las tuyas?”.

Tampoco vamos a conseguir visibilidad publicando un post cada dos semanas o si los clientes nos dejan comentarios por privado y nosotros no contestamos o tardamos varios días en hacerlo. El error y el mensaje que vuelve a recibir el cliente es el mismo que en el párrafo anterior.

Por todos estos motivos es tan importante tener una planificación previa. Primeramente deberíamos plantearnos qué necesitamos de una red social, qué objetivos queremos cumplir, qué estrategia utilizaremos, qué clientes perfil tenemos y dónde se relacionan. El éxito se basa en establecer objetivos y planificarlos. Más tarde, tendríamos que fijar nuestros objetivos de forma clara, como si queremos aumentar seguidores, enviarlos a un e-commerce para que compren, conseguir más visibilidad, ganar confianza en la marca, etc.

Y finalmente, empecemos a pensar en qué tono queremos dirigirnos a nuestro público, si son profesionales, adolescentes, gente mayor conectada, ¿qué rango de edad tienen? ¿Dónde suelen comprar? Analicemos bien cómo se relacionan y si la red social nos permite conectar con ellos. ¿Cuál es el contenido predominante? ¿Qué les llamará más la atención? ¿Videos cortos en TikTok? ¿Fotos en Pinterest? ¿Conversaciones cortas en Twitter? ¿Fotos con filtros en Instagram?

¡Comienza a planificar desde ya!